Tengo de fondo el zureo de
las torcaces y en primer plano el alboroto de los mirlos en sus persecuciones
territoriales y amorosas. Ya están verdes los negrillos; los lilos anuncian su
floración; los lirios han lanzado las varas que azulean espléndidas; las abejas
liban en el amarillo de las crasas y en las violetas; las higueras y las
moreras están a punto de abrir sus yemas y extender sus hojas; colorean la
pradera los dientes de león que resisten la siega. Sí, ya hay primavera y
servidor la observa. Sí, hay primavera un año más, a pesar del histriónico
personaje de los pelos colocados con pegamín, el absurdo yanqui empeñado en
complicar la vida a los humanos, en hacer más ricos a los ricos y más pobres a
los pobres, el socio de la bestia israelí y del nuevo zar de las rusias. A
pesar de todo hay primavera un año más, y nos ha sido dado el privilegio de
observarla. En ello estoy.