sábado, 26 de abril de 2014

José Luis Gómez Toré











José Luis Gómez Toré camina leve entre griterío de adolescentes, mientras va prendiendo versos en las ramas que asoman al sendero.


El príncipe sostiene sin ceremonia alguna el cerebro del
héroe, que aún gotea formol. Dos hemisferios como un
mundo completo, a pesar del problema del alma y de
los números, a pesar del lenguaje desparramándose
igual que una infección por redes neuronales y esa pasta viscosa que
precede a los símbolos. Aunque nos complace ocultarlo, somos un
pueblo que ama las simetrías y las repeticiones. Y nunca se detiene
la rueda del incesto y la venganza. No importa cuál fue el primero
de los crímenes entre tantos que vinieron después. En el comienzo
siempre los fantasmas. En el nombre del padre. Y voraz la promesa.


José Luis cuelga este contundente Informe y profecía en las páginas del número 51-52 de los Cuadernos del Matemático; ese milagro que desde hace veinticinco años surge periódicamente en Getafe de la mano de Ezequías Blanco, el poeta del minúsculo Paladinos, en esa tierra roja de labriegos, curas y sabios en el valle del Reguero que baja de Pobladura, de San Adrian… de la lejana Luna.

Que la infección siga desparramándose… 





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