viernes, 18 de abril de 2014

Abril











A
bril ha llegado con temperaturas más propias de junio y la primavera avanza, quizás, demasiado rápido. Los durillos terminan su floración y manchan de blanco el suelo, mientras los manojos de conejitos del cercis se abren entre el amarillo del jazmín de invierno. Las lilas sencillas están en su apogeo, adelantándose a las dobles que comienzan a expeler ese perfume que anega el entorno y anula a los demás. En pocos días las celindas y el tilo se han cubierto de un verde que el tiempo matizará. Por debajo, en sus enhiestas varas, se abren los lirios azules con ese desmayo ampuloso de folclórica con peineta y pendientes. Se tensa la vida, vibra, se  escucha su estallido. Es tiempo de disfrutar de tan soberbio espectáculo y tomar una momentánea, egoísta distancia del mundo.
Ante la proximidad de las elecciones europeas me voy a cavar el jardín y la huerta. La derecha nos atosiga con sus bulos connaturales y la desnortada izquierda con su desconcierto. Impasibles, unos y otros, ante el espectáculo diario de sus corruptelas. Impasibles unos ante la cotidiana constatación de la destrucción social, del sufrimiento que su política está produciendo. Incapaces los otros de generar alternativas a la brutalidad de la derecha, incapaces de abanderar y encauzar los movimientos sociales espontáneos, incapaces de unir a las gentes para defenderse de los creadores y beneficiarios de esta crisis.
Y mientras, la foto fija de las alambradas de Melilla y Ceuta estampadas con los cuerpos de jóvenes desesperados que tratan de saltar hacia la Europa que esclavizó y desquició a África.
Y mientras, el desgarro de Cataluña. Chapuza política. Oportunismo para ocultar vergüenzas. Intransigencia. Personalismos. Inadmisibles rabietas infantiles. Dolor y desengaño para muchos y mucho tiempo.
Y mientras, Ucrania como escenario – una vez más – de una posible solución bélica en Europa para la crisis, para las crisis.
Y mientras, los ahora llamados países emergentes se ríen de las condiciones que europeos y yanquis tratan de poner a su desarrollo económico, en el intento de frenar el ya más que evidente deterioro del planeta.
Y mientras,…
Yo voy a plantar ya los tomates. Esperemos que no hiele.
Y mientras escribo estas líneas me llega la noticia – temida -  de la muerte del maestro García Márquez. Otro más que muere en el exilio, lejos de la tierra que él hizo universal. Los periódicos se aprestan a lanzar sus preparadas crónicas y los tertulianos y opinadores de los medios nos sueltan sus preparadas ocurrencias.
Si, voy a plantar ya los tomates; mañana mismo, sino me duele mucho la espalda. Ahora trataré de hablar con los chicos por Skipe. Si, también a ellos les ha puesto lejos la inoperancia de nuestros mandatarios.  
   
        





   

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