jueves, 17 de julio de 2014

Ocupas














L
a higuera tiende sus hojas como manos mendicantes sobre el musgo de los sillares delimitadores de viejas  soberbias. Sus tallos penetran la frontera de las rejas, donde el orín escapa del corsé de la pintura imponiendo la decadencia de los ocres. Sus raíces buscan entre las juntas de la piedra, empujando, desplazando, descomponiendo un orden ortogonal, quizás caduco. Verdes cimarrones han saltado las geometrías del jardín, dibujando un nuevo paisaje sobre el intuido en los restos de rígidas alineaciones. La mugre llena espacios de abandono teñidos por el torpe grafiti y el humo triste del mendigo .
Y llegan - rastas y música - los ocupas. Y son impensados azules en las ventanas, inauditos amarillos en las rejas. Y parece innecesario un orden de simetría y proporción. La labor de la higuera parece querer formar parte de un todo renovador de horizonte desconocido. Aunque a los viejos las cosas nos suenen a conocidas. 







   

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