domingo, 8 de septiembre de 2019

El año de las dos primaveras










onde no hay mañana no tiene sentido la memoria, y en estos días el recordar es cosa de viejos lelos, como yo. Quedamos pocos con recuerdos del mundo anterior. Quedamos pocos con esta absurda manía de recordar.  Ya solo quedo yo de aquel grupo que llegamos juntos a refugiarnos en este rincón, donde quedaba gente y parecía posible la vida o algo parecido a la vida anterior.

Donde no hay esperanza no tiene sentido la ley ni acuerdo ninguno de organización social. Donde no se espera nada, justicia es un concepto vacío.

El año de las dos primaveras fue aquel en que se evidenció el tan anunciado caos. A partir de entonces todo se nos vino encima muy deprisa. Aquel fue un año de récords, de lo que entonces se consideraban récords: el invierno más seco y el verano más caluroso desde que había registros; también se quemaron más bosques que nunca antes y hubo más ciclones y más inundaciones.

Y sí, en realidad ese año hubo dos primaveras. A mediados de agosto las plantas caducifolias habían perdido sus hojas o las tenían ya secas. Finalizando el mes bajaron algo las temperaturas y las yemas del año siguiente comenzaron a abrirse. En septiembre estábamos en plena floración primaveral. Los insectos polinizadores no pudieron adaptarse al cambio, pero algunas plagas de chupadores y de hongos se desarrollaron con desusada violencia.

Fue la primera primavera sin algarabía pajaril.

Y el invierno no llegaba.

Después fue esta nada en espera de la muerte.














4 comentarios:

  1. Lo de las dos primaveras ¿es por las dos elecciones que nos vamos a cascar? Porque si es así y no le ponemos remedio, años de tres primaveras vamos a ver...

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    1. No trivialices, que el asunto es serio. Para los de mi quinta menos...

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  2. Querido Pedro, no tengo tu cercanía a la naturaleza y no he apreciado las dos primaveras. Es un síntoma de la destrucción del clima que estamos haciendo. La estamos convirtiéndola en un monstruo, que terminara engulléndonos a todos.

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    1. Aún no nos han llegado las dos primaveras, pero sí hay signos de cambios; lo que unido a las predicciones de los científicos nos abre un panorama muy preocupante.
      Abrazo.

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