domingo, 11 de julio de 2021

Presencia









 

Ha sido una presencia continua, sin nombre, con una historia apenas esbozada, no sé cuan imaginada. Siempre estuvo sobre la cómoda, allí, en el cuarto de la tía soltera, junto a mil maravillas por descubrir, en la referencial casa de los abuelos. No recuerdo cuándo comenzó a llamarme la atención, seguro que fue por la finura del dibujo, y también, quizás, por la posibilidad o la necesidad de imaginar la historia del personaje sin historia.

Vinieron años en que se hacía difícil compaginar la estética de ese dibujo con los gustos de un adolescente de aquellos tiempos, pero la presencia y su leve misterio se mantuvo. Hoy, ochenta y cinco años después de que mi tía lo firmase, tengo el dibujo a mi lado, en mi casa, salvado de todos los naufragios.

Puede que algún nieto se interese por el diminuto retrato que una lejana tía hizo de un amor muerto en una lejana guerra. Puede.

 




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