Estos
anaqueles llevan muchos años apoyados en los muros viejos de San Ginés.
Recuerdo haber leído a Azorín citar esta librería; la memoria no me quiere decir
ahora en qué libro, pero me suena la fecha de 1906. Tendría que mirarlo.
También recuerdo haberlo comentado con el anciano librero –aún sigue al pie de
su helador negocio – y que me habló de referencias muy anteriores, pero no me las
concretó.
Mucho
he hurgado en estas mesas y plúteos. Creo que antes se encontraban más cosas, también
puede que mis intereses fuesen menos selectivos. Lo que no puedo es bajar o
subir la calle del Arenal sin detenerme en el Pasadizo de San Ginés a echar una
ojeada, más o menos profunda, según las prisas. No soy ni maniático ni erudito en
primeras ediciones o libros raros, pero lo paso muy bien en las librerías de
viejo. Generalmente no voy en buscas concretas, me gusta dejarme sorprender por
lo inesperado, y compro para mí o para trasladar la sorpresa al amigo
interesado en el asunto.
Algo ha pasado con éste de San Ginés (el único "bouquiniste" a la parisina de Madrid) que, aparte de encontrarse cada vez menos cosas interesantes, ha ido pegando un subidón de precios desproporcionado a su oferta. Debe ser que su céntrica situación turística hace que, mal que bien, vaya vendiendo cualquier cosa, pero sorprende un poco. Tras tantos años mirando y comprando, ya no me paro ante sus tableros de borriquetas, no merece la pena: no suele haber nada, y cuando hay, casi mejor ahorrarlo para otra cosa, con unos euros más.
ResponderEliminarPero así y todo, que continúe activa esta pintoresca esquinita en el árido corazón comercial de la capital.