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Miran expectantes la vida
tras el cristal, en el escaparate en que les puso el destino, en la línea de
salida que no tomarán. Sienten sobre sí las miradas de los viejos
coleccionistas de añoranzas, mientras esperan al comprador rendido a sus lustres ajados, para que les
cambie de vitrina y seguir viendo el mundo tras el cristal, en la línea de
salida imposible...
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