jueves, 31 de enero de 2013

Casa Tomás

 
 
 
 
 
 
 
 
 
En Casa Tomás se cumplía a rajatabla aquello de “abro cuando llego y cierro cuando me voy.” El horario era el mínimo imprescindible para recaudar lo poco que necesitaban los dos hermanos propietarios, que oficiaban con vieja maestría.
Tomás, erudito estudioso de la historia, podía amenizarte el chato con una charla sobre el terrible peregrinaje por la península de los moriscos granadinos, dispersados y expulsados de sus casas en tiempos del segundo Felipe, tras las sublevaciones de 1568; o cualquier otro tema que tuviese entre manos en ese momento, y estudiase en cualquier archivo.
La gracia de Casa Tomás, como en tantos otros sitios, radicaba en los taberneros. Hoy, el local de la madrileña calle Tabernillas está ocupado por una franquicia aún sin alma.

 

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