onstatada una vez más mi
ignorancia e inoperancia informática me rindo y acudo a un profesional para
que me digitalice los negativos de fotografías familiares, en formatos antiguos,
que he logrado rescatar de la vorágine del tiempo. Los chismes escaneadores al
uso, como del que servidor dispone, no están preparados para estos tamaños de
película ni para los cristales. No abundan los profesionales que sepan y
quieran hacer este trabajo ─de poca demanda, digo yo─ pero creo que he dado con
la persona adecuada. Lo ha hecho bien, y
además ha respetado escrupulosamente mis manías de orden en cuanto a mantener
los negativos en sus envoltorios antiguos y en mis sobres clasificatorios. Lo
que no es poco.
Después, he pasado unos días entretenido en ir tratando estos archivos con Photoshop, viendo como el pasado se revitaliza en volúmenes que surgen desde unos grises aparentemente desvanecidos. Utilizo este editor de fotografía de una forma primaria, y aun así me asombro de continuo con sus posibilidades. Compongo luego unos cuadernillos agrupando las fotos por tiempo, tema o lugar, los imprimo y encuaderno y ahí quedan, para quien sienta curiosidad. Si alguien la siente.
La mayoría de los viejos cojeamos a la hora de utilizar las tecnologías informáticas. Hemos aprendido tarde y mal. No ha sido nuestro idioma. No sé cómo será el mundo al que apunta esta digitalización global a la que espolea la pandemia. Un mundo que ─entre otras muchas acechanzas─ puede ser enterrado por los desechos que produce la rápida obsolescencia de los equipos, programada o surgida en el avance tecnológico.
Es mucha la tarea que queda a los jóvenes para fabricarse un futuro. Las amenazas son de dimensiones colosales. Algunas, supongo, inéditas en la historia de los humanos. En el tiempo que me quede de andar por este mundo en digitalización procuraré no cambiar de teléfono ni ordenador, mientras funcionen mal que bien. Lo prometo.
Seguiré con la más o menos
inofensiva liturgia de navegar ─informáticamente─ por el pasado, dejando
constancia de él a los que vienen. Por si les interesa. Asuntos más graves
tienen.
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