Ó pasar por Camariñas, por Camariñas, cantando.
As nenas de Camariñas quedan no río, lavando.
Libraba ese día Fernando, el intelectual habanero; y, tras la barra, un muchachote ferrolano choraba su máis ben feitiña terra, y nos ponía vino. Y nosotros quedamos entre las risas y la ausencia.
Creo que el Oriente se me ha quedado un poco a trasmano. Sin la sabia liturgia tabernaria de Jesús parece que al café le crecen los cortinones, las escayolas y los dorados. Servidor, y a los que servidor se arrima, somos de poco oropel, más bien somos de taberna coplera y mandil a rayas verdinegras. En una de estas conocí a Jesús, en la desaparecida Casa Ricardo, en Ópera, junto a la escalinata. Hace un buen cesto de años. Allí me comí unos cuantos platos de alubias con mi maestro Miguel Sanclemente, él me enseñó alguno de los primeros rudimentos del oficio, con su buen hacer y su lenguaje de viejo albañil madrileño: habrá pisao uste jabón… Con dieciséis añitos comencé a trabajar a su lado; a esa edad se aprende mucho.
Estoy entrando en unos años en los que la nostalgia es un peligro acechante. Se acumulan pasados y se acortan porvenires. Jesús, tabernero viejo y avisado, te prometo no mentar dolores en los próximos cien años, y poner tu recuerdo en cada chato que me eche al coleto. Amén, amigo.
Qué bueno, madre. Qué bueno. Estos días me tocoó también a mi echar un homenaje a un amigo al que le tocó morirse. Pero vive Dios que me quedé lejísimos: a la distancia que media entre sacudir el mantel y pegar naturales.
ResponderEliminarEcharé de menos a Jesús. Él y la tertulia que dice Deustambén fueron las razones huérfanas por las que entré en ese disparadero de turistas y vanidades sin turista. Conservad la tertulia. En una sombra aparecerá el bigote de Jesús para ponerse socarrón un segundo solo y volver a escepticismo, que es el estado natural del tabernero.
Salud.
Que gusto verte por estos andurriales del jubilata, en que hay menos de estas cuestas abajo que de esas pinas como los lumbagos, los achaques varios y las bajas que los años van produciendo en el entorno.
EliminarMe ha gustado la imagen del mantel y los naturales, aunque, no sé por qué, en esto tengo yo una foto fija: la de una buena moza lanzando con gracia el mantel al aire, como toreando al universo; el vestidito de percal ajustado al cuerpo por el escorzo y migas para los pájaros… ¡Qué buen natural!
No es el tiempo aún de las celindas, que apenas se han cubierto de hojas; faltan unos días. Comienzan a apuntar las lilas sencillas; está amarillo el falso jazmín; blancos de flor los durillos; se marchitan los racimos rosas de las bergenias y los pétalos de los ciruelos silvestres ya se han caído, dejando las bolitas rojas que meteré en aguardiente cuando engorden. Ha explotado el primer lirio en esta primera primavera de mi nieto Gabriel, y yo me guardo la foto.
Besos
Aunque no tenía yo hoy la cabeza para leer acerca de este tema, te dejo mi pesar y un fuerte abrazo. En efecto, la nostalgia es un peligro acechante y esos alifafes que tenemos nos llevan a reflexiones que, en ocasiones, se hacen penosas.
ResponderEliminarUn abrazo, Pedro