sábado, 22 de mayo de 2021

Sarmiento

     






Enjuto, tenso músculo de tiempo, fibra reseca, agria, que serpenteas entre las anuales heridas de la poda. Fuiste promesa de vino alegre  y  eres esperanza  de brasas de invierno a las que arrimar el frío. Brasas lentas que hervirán las sopas del puchero sobre el resplandor de la trébede. Brasas leves del humo que ascienda a curar la matanza en el oscuro techo. Brasas grises a la espera del hálito del fuelle. Pámpano de ayer. Sarmiento. 





 


miércoles, 12 de mayo de 2021

Mayo

 




Florecen los azareros que plantaron los pájaros y yo dejé crecer, aboné y podé. Nada medra más que lo nacido espontáneo. Es el tiempo en que los pollos de los mirlos, que saltaron del nido antes de tiempo, te salen al paso, apenas emplumados, abriendo el enorme pico, pidiendo comida a cuanto se mueve. Las tretas de los padres para alejarte, para alimentarlos ocultos en la maleza, no impedirán su destino de ser cena de gato. Una pequeña tragedia, apenas nada comparado con la matanza que mi insecticida produce en las colonias de pulgones que medran en los brotes de la yedra pastoreados por las hormigas. Así es el mundo. Los grandes desequilibrios, algunos quizá irremediables, los producen esos extraños mamíferos, con un inusitado desarrollo cerebral, que somos los humanos. Un desarrollo cerebral que nos ha hecho capaces del arte, la ciencia, la bondad y la maldad. Capacidades no alcanzadas por ninguna otra especie animal.

Sigue habiendo mayo. Sol, nubes, chaparrones, calor y fresco: mayo. Esto tranquiliza. Intranquiliza un futuro que se va haciendo presente entre los pliegues de la pandemia. Un futuro tecnológico, diseñado por el dinero para hacer dinero, que aprovecha este momento de pasmo humano para ir aflorando. Un futuro que tendrá que ser remodelado por sus perjudicados en la medida que puedan, con mucho sufrimiento, como siempre ha sido.

Las que no medran son las tomateras, necesitan más sol.