sábado, 21 de mayo de 2022

Mujer, vida y esperanza

 
















n los basamentos mitológicos de la cultura de Occidente Aquiles mato a Pentesilea, la hermosa reina de las guerreras amazonas que habían acudido a defender Troya. Quizás pueda ser esto un símbolo iniciático del ancestral predominio masculino en nuestras sociedades. Predominio que siglos después consolidaría, con mano de hierro, la religión monoteísta que nos llegó de Palestina y se extendió como agua en llano.

Es curioso que, en esas bases míticas, el modelo de matriarcado fuese un pueblo de guerreras. Doy por evidente que la única superioridad del varón sobre la mujer reside en la fuerza muscular, razón de su predominio tradicional. Por ello se me antoja curioso un matriarcado basado en esa inferioridad de la mujer: la fuerza del brazo.

Tiendo a pensar que, en esa hipótesis bélica, Pentesilea y sus amazonas, antes del enfrentamiento, hubiesen llegado al descubrimiento de la debilidad del talón que no mojó el agua del río Estigia. Sí, mi observación de los humanos me inclina al pesimismo sobre las posibilidades de la fuerza de Aquiles frente al cerebro, la constancia, la abnegación y la capacidad de sufrimiento de la mujer.

Y, sin embargo, en este siglo XXI, seguimos como estamos. La mujer, la mitad de la humanidad, sigue siendo una arrolladora potencia en segundo plano, oculta tras la absurda hegemonía masculina. Se sigue luchando por derechos de la mujer que avergüenza pensar que no existiesen. Vivimos en una sociedad donde se continúa discutiendo si hay que ilegalizar o no la industria de la prostitución.

Recuerdo la euforia que me produjo, hace pocos años, el primer gobierno de nuestro país con mayoría de mujeres. Sigo manteniendo esa esperanzada euforia.

Siempre habrá clientas para el Villarejo de turno. Siempre habrá aterrorizantes señoras Olona o Monasterio. Puede que hasta siga habiendo presidentas que nos hablen de una España de dos mil años de antigüedad. Es la condición humana. Pero estas mujeres retrasan el avance de lo femenino en la sociedad. Esperemos que nunca puedan llegar a detenerlo.

Sigamos luchando por tener la necesaria presencia femenina en todos los puestos de responsabilidad. Mientras paren y amamantan, que pueden hacerlo. Mientras dan a sus hijos esas primeras normas de comportamiento que son la base de la gente de bien. Mujeres que creen una esperanza de futuro en este mundo desesperanzado. Mujeres que pongan inteligencia ante la prepotencia del varón ignorante.