jueves, 18 de septiembre de 2025

Lógica

 





 

     En el pasado agosto, a uno de mis nietos, el gran Samu, de cinco años, se le calló su primer incisivo. Fue mucha su alegría por el paso a protagonista, tras haber sido testigo de las celebraciones por las caídas de dientes de su hermano. Conocedor de la liturgia a seguir con el ratón Pérez, me pidió un papel, hizo su dibujo, pegó el diente con celo, y a la noche lo colocó bajo la almohada. Al despertarse pudo comprobar que el asunto seguía funcionando, el ratón cumplía.

     Por la mañana estaba inquieto y lloroso, preguntando si alguien había visto una pluma de paloma que encontró en el jardín y se le había perdido. Hubo que buscarle otra pluma. Me pidió papel y celo y le vi dibujando y pegando la pluma sobre el papel. A la mañana siguiente solo encontró, bajo la almohada, una razonada explicación de la específica dedicación de Pérez a los dientes humanos. Explicación que hubo que traducirle no sé si con mucho éxito. Limitaciones al pensamiento lógico que la vida nos va imponiendo.