martes, 5 de febrero de 2013

Los gatos de la casa de D. Antonio Machado


Los gatos de la casa en que vivió D. Antonio Machado en Segovia están habituados a los turistas y a los peregrinos de la memoria del poeta. Ellos creen estar en su sitio, desde siempre, y así parecen hacérselo ver a las visitas. Quién sabe si no descienden de los que se acurrucaron en las piernas de D. Antonio, en las noches de los fríos del Guadarrama. Las casas viejas suelen oler a gato y a naftalina, a libro húmedo y a cocimiento de puerros. Hace años que aquí no hierve el puchero, pero casi puede olerse.

D. Antonio Machado, dibujo de su hermano José
.
Este evocador rincón, tan machadiano, se lo debemos al fervor de  los amigos segovianos de D. Antonio, que tuvieron la voluntad de salvarlo. No sé cuánto quedará de original en la recreación de la vieja pensión, es lo de menos, el ambiente es auténtico y se ajusta a la imagen que, al menos yo, tengo del viejo profesor de francés. Le imagino mejor aquí que en el ambiente sevillano en que nació, y que caló más en su hermano mayor y en su padre, Demófilo.

La casa pensión en los años curenta del siglo pasado.
Me siento en el jardincillo que fue patio de acceso a la casa. Me han enseñado una estufa que, dicen, regaló a D. Antonio su hermano Manuel, y pienso en la relación entre estos dos hermanos tan distintos. Su trabajo conjunto fue fructífero, a pesar de tener formas tan diferentes de ver el mundo. En mi infancia eran los poemas de Manuel los que aprendíamos de memoria, D. Antonio es conquista posterior. Hace ya mucho que me reconcilié con Manuel y regresé a sus versos, pero guardo el Don para su hermano. Pequeña justicia que me tomo.

En la simpática librería que se abre al jardinillo ojeo una reedición del último libro publicado en vida de D. Antonio, con dibujos de su hermano José. Se trata de La Guerra, editado por Espasa Calpe en 1937.  Esta segunda edición es de Editorial Denes, de 2005, y ha estado al cuidado de Jaume Pont. José, muerto también en el exilio, en Chile, dibuja los rostros que le obsesionan, los de los muchachos milicianos que se traga la guerra.

Frente a mí, en el pequeño jardín, hay un busto. Es copia del que hizo Emiliano Barral, el escultor de Sepúlveda, amigo del poeta en sus años segovianos. (Cayó Emiliano Barral, capitán de las milicias de Segovia, a las puertas de Madrid…) En La Guerra, hay un poema que D. Antonio dedica a Barral, cuando esculpe su cabeza.

Busto de D. Antonio Machado, por Emiliano Barral

…dos ojos de un ver lejano,

que yo quisiera tener

como están en tu escultura:

cavados en piedra dura,

en piedra, para no ver.



Emiliano Barral, dibujo de José Machado.
No puedo por menos de acordarme - en este pequeño templo laico de la añoranza - de la casa de Vicente Aleixandre, en Madrid, arruinada y en el olvido por el desinterés de unos y el zafio interés de otros.

Mi agradecimiento para quienes hicieron posible que hoy haya podido estar más cerca de D. Antonio Machado, con los gatos que dormitaron junto a él, bajo las parras, en las tardes del verano de Segovia.  

Milicianos.
Dibujos de José Machado.

Pablo Serrano hizo esta cabeza de D. Antonio. Está en Soria, la primera patria del poeta.



  

  

4 comentarios:

  1. Y el mio porque continúes escribiendo. Podrías haberme traído uno de los gatos

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  2. Buenas noches, DEUSTAMBEN:

    Me ha gustado el post, y lo he enlazado en un comentario de la entrada que dediqué en mi blog recordando un soneto de Manuel Machado a su gato.

    Saludos.

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  3. Muchas gracias por asomarse a este mi pequeño blog, Penélope-Gelu, y darme así la oportunidad de un paseo por tan sugerentes Flases. Repetiré.

    Un afectuoso saludo

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  4. Yo también estuve allí pero nunca llegué a verla así... tampoco recuerdo los gatos. Gracias, gracias por traérmelos lejos, quizá nono tanto.
    M.

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