lunes, 26 de enero de 2015

Ya no necesito










M

ira, amigo, yo no quiero ser ni haber sido, ya no necesito pasados ni presentes, me basta formar parte de este paisaje nuevo en el que aún no siento la trivialidad de lo cotidiano, tu charla sin historia ni necesidad de futuro, el sol que nos alivia los huesos, el vino que nos acorta la noche y nos encoge la memoria, ser sombra apenas perceptible mirando un mundo, si no nuevo, distinto, con la curiosidad cortita y más cortos los anhelos, no necesito ya demostrar ser quien no soy, no necesito ya ni ser yo, si es que aún pudiese serlo, ni deseo finales ni me apasionan futuros, solo pediría un pasar sosegado, ahí es nada, estar aquí esperando la diaria postal del sol metiéndose en el mar, y dejarnos luego caer hacia la taberna, y alargar la tarde retrasando la noche de los fantasmas a la espera de esa primera luz en la rendija del frailero, a la espera del sol para bajar de nuevo a oír el mar y no escuchar al cuerpo sus dolores ni al cerebro sus murmullos viejos, oír el mar y oírte a ti que mañana se nubla o que pasado llueve, que el barco que atraca hace bien la maniobra o la hace mal, en este lugar tan bueno como cualquier otro para recalar en la última huida, y dejarse ir esperando la piedad de cierta desmemoria sin la prisión ni la vejación de la demencia, sintiendo olores y sabores de ese mundo que actúa ante nosotros, sus espectadores sin pasiones, tan sin pasiones que aceptamos el dejar de ser y punto, tan sin orgullos que no necesitamos trascendencias, con la sorpresa de volver a verse vivo cada día, con el agradecimiento al sol en este nuestro banco cotidiano… 






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