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l Ya
de hoooy, el Arriba, el Marca de hoooy, el Ya… Los que sabemos poner la música a este viejo pregón ya
no somos unos niños. Hemos vivido la película en blanco y negro en que esa
cantinela se oía a la salida del metro de la miseria, los vagones rojos, las apreturas
y los malos olores. Hace mucho que no se oye ese viejo pregón. Hace ya 36 años
que dejó de publicarse el diario en que Jakim Boor escribió sus histerias sobre
masones, comunistas y judíos. Y hace veintisiete que la Conferencia Episcopal
vendió el periódico de Herrera Oria. Pero ninguna de estas dos publicaciones
era ya lo que había sido.
Poco
tenemos que añorar de aquel mundo gris los que entonces viajábamos en metro, como
no sea la juventud y el afán puesto por muchos en dar otro color a nuestra
vida.
Han
cambiado las cosas, qué duda cabe. Ha cambiado nuestro medio. A pesar de todos
los pesares, que no son pocos, a pesar de los efluvios de la bacinilla que
destapó la crisis. Bacinilla que era y es nuestro medio, aunque no viéramos o
no quisiéramos ver lo evidente. Han sido unos años en los que las migajas que
caían bastaron para tapar bocas. Ya no es la situación. La damnificada
juventud, lo mejor de ella como siempre, intenta hacerse oír al margen de los
adormecidos partidos políticos, de los obsoletos sindicatos y de las caducas organizaciones
sociales al uso. Hablan de un cambio en la meta y en el rumbo. Y esa voz,
naturalmente, molesta a los de siempre, se vistan de lo que se vistan. Y entre los
molestos grita, como no, la descendencia socio-ideológica de Boor, que ahí está
y ha estado de continuo, como fermento, en la bacinilla.
Algo
está pasando en Europa, algo preocupante pues tiene toda la apariencia de un
regreso a puntos de partida. Millones de europeos ven con asombro el prosperar
de organizaciones políticas con ideologías que consideraban superadas tras el
horror de la Segunda Guerra. Lo ven con el mismo pasmo que les causa la
reacción de algunos gobiernos frente a las masas que acuden a la protección de
la vieja Europa, huyendo de la guerra o la miseria.
Hace
unos días, en un encuentro de café, me presentan a una persona. Es un sueco
residente en España, en la cincuentena, de gran estatura, aspecto atlético y rubio como la cerveza, que decía la
copla de los años grises. En pocos minutos de charla sé que es un hombre de
formación luterana y de reciente conversión a un catolicismo radical y militante.
Le preocupa sobremanera que Europa no ponga los mecanismos necesarios para
defenderse de la invasión de estos nuevos bárbaros, que llegan para destruir
una civilización y un bienestar que ellos no han sabido crear en sus lugares de
origen. Le preocupan esos europeos, debilitados por ideologías corruptas, que
no son capaces de hacer frente al peligro que esta invasión supone para nuestra civilización. Servidor balbucea algún intento de razonamiento pero
enseguida desiste. No es fácil con este nuevo Recaredo.
Algo
está pasando en Europa. Sí. Pero el problema no nos llega de fuera. Está en
casa. Deberíamos conocerlo. Lleva mucho tiempo con nosotros.
No
Jakim Boor, no. El peligro no eran los exóticos y píos masones, ni los
comunistas. Ustedes sí, ustedes continúan siendo un peligro.
No veo
camino que no sea poner la esperanza en esa voz de los jóvenes, y en la de los
viejos valientes que se unen al coro. Uno no tiene ya cuerpo para el blanco y negro del pregón,
las prietas filas o las disciplinas de los Propagandistas.
Saludos cordiales:
ResponderEliminarQue mi exiguo comentario no empañe ni quite, ni ponga nada a su entrada, que no sirva, ni retrase que a oídos sensatos y cabezas bien amuebladas llegue, que no impida que las manos próceres de los que son activos en Bondad, raudos en Fraternidad, amantes de la Libertad y, como no fervorosos de la Igualdad nos traigan a este viejo lugar que es Europa (viejo por el olor a alcanfor y por el miedo metido en el tuétano de sus quejumbrosos huesos lastimados de otras guerras).
Pero, deje que le felicite, deje que mi corazón se desboque por la emoción de leer estas- y otras muchas- entradas suyas que escarban en la conciencia de quien la tiene y aguijonean la indiferencia que es el peor enemigo junto con la ignorancia; esos pilares mal llamados Jakin Boor que no soportan Templo alguno ni incitan a pisar suelo tan bellaco.
Reciba un abrazo, dos y hasta un triple abrazo de quien le admira.
Son pilares que marcan la entrada no a regiones platonianas, sino a lo más zafio y cutre de nuestro pasado próximo.
EliminarAbrazo, amigo.
Cada vez importa menos si el robo y la mordaza vienen de fachas o de falsos progres. Ambos son intercambiables, el Sistema es monolítico y y ya no hacen falta fascismos para expoliar a los trabajadores: nuestro sistema político y la subdemocracia europea se están encargando de ello con fruición y sin vuelta atrás, llevando a la cuasi pobreza a todo el Continente. Y lo que queda.
ResponderEliminarEn este contexto de carencias y recortes, el habitual rechazo al extranjero pobre se acrecienta, pese a la ceguera de cerrar la puerta con ello a la unica solución para nuestras pensiones y nuestro futuro.
El sistema sigue necesitando de las puntas de lanza ideológicas. El rebaño tiene que seguir siendo conducido; si se duermen los perros se desperdigan las ovejas.
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