sábado, 13 de julio de 2019

Hoy











Hoy,

la ventana del mesón de Rojo ofrece el siempre extraordinario espectáculo de la tormenta veraniega. Ese redoble que termina en desgarro cósmico rejuvenece las arterias del viejo maestro de Valdurceda, que aspira con ansia los olores que preceden al aguacero y que le llevan al lejano mundo de su infancia.

Antes de los primeros truenos, José charlaba con Claudio Rodríguez, tabernario sabio. Hablaban de Sirio, el perro de Vicente Aleixandre, atado por su amo en el jardín con cadena de aire:


No ladraste a los niños ni a los pobres
sino a los malos poetas, cuyo tufo
olías desde lejos, fino rastreador.


Hablaban de lo útil que hubiese sido ese animal, como asesor de nuestros actuales dirigentes, a la hora de nombrar algún cargo para llevar la lengua española por el mundo.

Pero la tormenta parece disiparse, alejarse al menos, y deja al paisaje sin la esperada redención del agua.

Otro día será.









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