miércoles, 18 de octubre de 2017

Un día por Segovia














Tras los pies en que apoya su desnudez Adán, la fábrica mudéjar del ábside de la iglesia de Santa María, en Aguilafuente.

Esculpió este Adán Florentino Traperonatural de este pueblo segoviano, escultor de buen oficio que fue perseguido con saña por la dictadura de Franco.

El ábside románico parece engarzado en las arquitecturas del siglo XV, que lo abrazan. Curioso caso de aprecio y respeto por lo medieval en aquella época.

En junio de 1472 se celebró en esta iglesia un sínodo convocado por el obispo de Segovia Juan Arias Dávila, hijo que fue del poderoso Contador de Enrique IV Diego Arias Dávila. Una familia de “oscuro linaje” que sufrió un proceso inquisitorial en 1486. Las constituciones de este sínodo fuero impresas en Segovia, ese mismo año, por Juan Párix (Johannes Parix), impresor natural de Heidelberg, traído de Roma por el obispo Juan Arias Dávila; lo que dio lugar al primer libro impreso en España: El Sinodal de Aguilafuente.

En una tarde de este octubre de ponte-jersey-quítate-jersey, escuchamos las explicaciones del profesor don Fermín de los Reyes Gómez, comisario de la pequeña exposición que, sobre el Sinodal, se ha montado en la iglesia de Santa María.

Por la mañana hemos estado en Las Edades del Hombre de este año, en un destartalado Cuéllar. Destacaré el placer de mirar y mirar, con los ojos a un palmo de la pintura, el Descendimiento de Ambrosius Benson, de la catedral de Segovia. Una delicia, el “maestro de Segovia”.








   

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