viernes, 13 de octubre de 2017

Se retrasa el otoño










Se retrasa el otoño. Vegetales y animales parecen desconcertados, no saben si toca parar o seguir. Las noches frescas parecen anunciarles el tiempo de reposo, pero el sol vuelve a inducirlos a la vida. Y no llueve. Desde los chaparrones de finales de agosto no ha vuelto a caer una gota.

Sin otoño los chinos no venden paraguas y hacen su agosto vendiendo banderas. Al facherío patrio rojigualda y señera; a los secesionistas sus distintas versiones esteladas; y al resto de los ciudadanos ya ni los chinos saben que vendernos. Supongo que no vamos a sentirnos muy necesitados.

Oigo a Faciolince, con ese apellido que parece avisar felinas astucias,  comentar el despropósito del separatismo catalán. Solo puede nacer, piensa, de la ignorancia, del desconocimiento del mundo en el que vivimos. También pienso.

Un suave como Enric Juliana lanza por televisión su dedo índice a los españoles: cuidado con humillar a la sociedad catalana. ¿Debo incluirme entre los amenazados? Dan miedo los suaves vanguardistas; han creado gran parte de este desastre. Dan bastante más miedo que los meros lanzadores de cansinas consignas, como doña Esther Vera y su ínclito Ara. Quizá tanto miedo como los españolistas de pro, que aparecen como setas en impensados tiestos.

 Y sin llover.







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