Las solanas y corredores habitualmente se abren a los patios interiores, que esta ha sido siempre gente de poco asomarse al mundo. Las barandas suelen tener balaustres torneados o de tabla recortada, y en algún caso barrotes metálicos entre la madera de peana y pasamanos.
Pero paremos al remanso de
esa chimenea que aún humea, imaginémonos frente al puchero de Jamuz sobre la
trébede, con las sopas, a las brasas de las vides, teniendo a mano la jarra con
el clarete del año recién traído de la bodega, espumoso, picante, vivo.
Refugiémonos un momento ante esa ventana tras la que asoma la vida en las
flores de unos geranios, en las jambas encaladas, en la tapia trullada. Oigo ya
el silbo de la lechuza del mechinal del patio, el que oía en las noches de la
infancia, en el patio de las malvas rojas.