domingo, 12 de enero de 2014

Artes y oficios artesanales











Segovia



Siento veneración por los oficios artesanales. En mi vida profesional he tenido el privilegio de conocer a magníficos artesanos vivos y a fabulosos artesanos de antaño, y de este conocimiento  surge mi admiración y respeto por el trabajo de estas personas.

Segovia
El diccionario de la RAE nos da una primera definición de artesano como: persona que ejercita un arte u oficio meramente mecánico. Oficio mecánico la propia RAE nos dice que es aquel que exige más habilidad manual que intelectual, y en el caso de los artesanos añade el adverbio “meramente” con el que parece querer potenciar lo innecesario de la habilidad intelectual para ejercer estas artes y oficios. Según esta definición no es de artesanos de lo que yo quiero hablar, pero como no encuentro otra palabra que se adecue a mi concepto y además me guste, seguiré usándola y dándole el sentido que tanta gente le ha dado a lo largo de los siglos, y no este de la RAE, que me parece incomprensible y quizás hasta ofensivo.
En una segunda acepción la RAE nos dice:   U. modernamente para referirse a quien hace por su cuenta objetos de uso doméstico imprimiéndoles un sello personal, a diferencia del obrero fabril. No sé qué tendrá que ver que los objetos los haga el supuesto artesano por su cuenta o por cuenta ajena, o que el uso tenga que ser necesariamente doméstico y no cualquier otro.
En fin, para terminar con el obligado paso por la RAE, yo diría que estas definiciones parecen un tanto “artesanales” (en el sentido que la Academia da al sustantivo, claro está).


Toledo


A lo largo del tiempo los artesanos han ido llenando el mundo de belleza y haciéndonos la vida más fácil. En determinadas épocas sus trabajos llegaron a lo excelso, y la humanidad se ha rendido ante su maestría. Ebanistas, carpinteros de lo blanco, doradores, estofadores, herreros, entalladores, plateros, rejeros tallistas, canteros, alarifes, encajeros, guarnicioneros, bordadores, repujadores, carpinteros de ribera, talabarteros, alfareros, relojeros, tejedores, lutieres y tantos y tantos oficios que requieren de un larguísimo aprendizaje. Son muchos los años que los aprendices han de estar en los talleres y en los tajos, practicando con las herramientas y en contacto con la materia, mientras su cerebro va asimilando la sabiduría acumulada durante siglos, llenándose de formas, colores o sonidos, de sutilezas que el talento y el tiempo han ido almacenando para formar un corpus de conocimiento intangible y de difícil aprendizaje. Los muchachos han de empezar muy jóvenes, copiando formas elementales con la cantinela de fondo de la voz del maestro que les marca caminos. Con el tiempo van asimilando cuál es la curvatura que logra la gracia, cuál el tono exacto de color, cuál esa mínima diferencia en las proporciones que separa la obra del maestro de la obra vulgar. Este aprendizaje solo da resultado en la vieja relación maestro - aprendiz, en el ambiente del taller, con la necesaria y cotidiana presencia de la obra maestra. El continuo contacto con la belleza y la maestría va formando el espíritu. 
Toledo
La delimitación entre el trabajo del artista y el del artesano es muchas veces difusa. Por lo general el artista tiende a la creación novedosa y el artesano a la recreación de lo tradicional, pero siempre será una frontera mal definida, las interconexiones son necesarias. En los grandes tiempos de creación los caminos de artistas y artesanos han estado muy comunicados. Su separación es un indudable signo de decadencia. La reciente experiencia de los artistas intelectualizados, sin oficio o cortos de él, ha tenido poco recorrido.
Nuestra época  no es propicia para el fomento de los oficios artesanales. Hoy se valora lo rápido y barato, todo lo incompatible con la obra artesanal. La larga formación de los operarios y la necesariamente lenta elaboración, originan productos de muy alto precio y por ende de escaso mercado. La restauración en general y la monumental de forma particular, requiere de muchos de estos oficios, lo que contribuye a su pervivencia. Durante los pasados años de bonanza económica, con el enorme crecimiento en la restauración de bienes muebles e inmuebles, han sido muchos los oficios que hemos visto revivir. Esperemos que la actual crisis no termine con lo conseguido en esos años. En ello hay una importante labor y responsabilidad de la Administración Pública.
La actual falta de contacto del pueblo con estos oficios, ya tan minoritarios, ha traído consigo una indudable trivialización de los conceptos. Los ayuntamientos organizan pomposas “ferias de artesanía” en las que no encontramos obras de auténticos artesanos; o se da tratamiento de artesanía a los trabajos manuales de unos jubilados laboriosos que entretienen sus horas libres en labores ajenas a la que fue su ocupación profesional. Sería deseable la recuperación, en su adecuado valor, de los conceptos de artes y oficios artesanales.

 

Cáceres


    

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