sábado, 25 de abril de 2020

El tiempo pasa despacio










n el mundo parado va pasando este abril de agua y sol a ratitos. En el jardín, ahora en aroma de lilas, descanso del entretenimiento de hurgar en libros y papeles olvidados, y muevo algo el cuerpo.

Las higueras ya han extendido los dedos de sus horizontales hojas mendicantes. Las lilas sencillas llegan a su fin mientras se abren las dobles. Los durillos manchan de blanco el suelo donde los lirios apuran sus azules. En unos días, el tilo se ha cubierto de un verde brillante que se recorta sobre el verde profundo de los piñoneros y el cielo de plomo. Los rosales anuncian sus flores, y los geranios, sacados de su hibernación, agradecen la poda con vibrantes rojos. Las malvas y los acantos lanzan ya sus prometedoras varas, a las que espera, ansioso, el negroazul acero zumbido de la abeja carpintera.

Hay luz en la ventana del estudio, mi hija da la diaria clase telemática a sus alumnos.

Llama mi hijo, atento a que no dejemos de ver a los nietos, tan lejos, también encerrados, en la lejana Bogotá.

Alegría con algún viejo papel.

Hay que tratar de esquivar tanta noticia que deja poco resquicio a la esperanza, poca posibilidad de respeto hacia algunos semejantes. Supongo que todos tenemos menos fe en el porvenir que hace un mes. Imagino que ya no son muchos los que esperan un titular anunciando algo así como el hallazgo de la vacuna por un laboratorio privado que la pone desinteresadamente al servicio de la humanidad.

Parece que brilla algo de sol, voy a salir a barrer hojas. Subiré, de regalo a las plantas, algo de humus del montón en que se afanan diligentes lombrices y cochinillas.

Sí, brilla el sol. A pesar de todo el aire parece limpio, como de mundo nuevo.

El tiempo pasa despacio.


Y hoy es 25 de abril:

O povo é quem mais ordena...








      

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