Joan Margarit
compagina momentos flectores y metáforas. Herramientas e interpretación del mundo. No parece que el esfuerzo cortante de esta pandemia le haya afectado mucho, parece incluso agradecer tan productivos confinamientos. Tendrá dispuestas las armaduras pertinentes en el lugar adecuado. Creo entenderle que también las tiene para hacer frente al paso que a su edad hay que considerar, y solo considera la trivialización del paso. Todos nos asimos a imágenes remotas que usamos como símbolos, él a la de su abuela meando junto al camino, de pie, con las piernas abiertas bajo la falda. Reconforta, algo, que una figura como Margarit fructifique en la escombrera de una profesión tan frecuentemente unida al poder, al dinero, a la corrupción y a las vanidades. Lávela el chorro de su abuela.
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