La densidad de este
verde
medirá el tiempo que
nos quede,
y en la lentitud de
los días
será remanso al frio
que enreda
el alma de los viejos.
En algún momento, entre
las hojas,
estallará la dulzura
y un blanco néctar
que, quizás,
alivie las heridas
antiguas.
Aspiraremos vapores
del húmedo centro en
que fermenta la vida.
Y algún niño,
jugando,
espantará el negro
de hielo
de los mirlos atentos.
julio
2011
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