… silencio, dulce, agria sucesión de rincones donde solo se conjuga
el pasado, olor a pan y leña en frío de mañanas abiertas a la amplitud del
horizonte y al río en que se miran escamas de piedra y fes milenarias, incienso,
liturgia, velo, labradores viejos huidos de la soledad y el frío, ferroviarios,
funcionarios, pulcros jubilados de digna escasez de paseo en la tarde de rebeca de saludo y señora al brazo, ultramarinos de bacalao y sardina arenque, tapias
de convento, ferreterías donde todo es posible, y en el contenedor escombros
con huesos de monja o fraile, audiencia, ayuntamiento, estación, hacienda, viriato
terror de romanos, penumbra en tabernas de clarete y serrín en que evocar el
don de claudio, puentes hacia el perfil recortado en los cúmulos desde la otra
orilla, sopas de ajo y edad media, cotidianidad en calles despeñadas hacia el duero
sin prisa, silencio, silencio, campanas. Atardece dorando las cuarcitas de
Zamora.
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