Iglesia de San Quirce
Segovia es dorada, bellísima; el azar y quizás algo la inteligencia de los hombres, la han mantenido espléndida. Las bonanzas económicas, el turismo, el afán restaurador de las administraciones, la presión del capital especulador, la estulticia y demás enemigos de las ciudades hermosas, no han conseguido, por ahora, destruir su encanto. Los pastiches arquitectónicos, habitual fruto de las políticas conservacionistas, no son tan abundantes como en otras ciudades, y las genialidades de los arquitectos no han llegado a casos tan tristes como el despropósito de Moneo en Ávila, por poner un ejemplo.
Hoy os propongo un paseo por una zona de Segovia de especial significado para alguno de vosotros. Un paseíto corto que iniciaremos en la Plaza Mayor. Bajando por la calle Escuderos dejamos a la izquierda un vetusto edificio en el que, fijándose, se nota una discreta rehabilitación interior, sin embargo sus propietarios han tenido el buen criterio de mantener su deliciosa decrepitud. Girando a la derecha nos encontramos con la imponente
presencia de la más hermosa torre de España, la de San Esteban, eje de un
magnífico espacio urbano que, desgraciadamente, el ayuntamiento ha dedicado a
aparcamiento. Dejamos a la derecha la rigidez del Palacio Episcopal, de un
color más abulense que segoviano, y a la izquierda unas recientes actuaciones
sobre San Esteban en las que el restaurador ha tenido que dejar muestra
de su genio, como en tantos sitios. Tomamos a la derecha la calle de María
Zambrano, en la que tendremos de horizonte el convento de Santo Domingo y su
Torre de Hércules. Giramos a la izquierda por Capuchinos Alta y nos encontramos
con la iglesita de San Quirce, que fue sede de la Universidad Popular Segoviana,
venerable asociación surgida en 1919 entre maestros y profesores del Instituto,
de la que fue cofundador D. Antonio Machado. Editaron un boletín: Universidad y
Tierra, entre 1934 y 1936. Nada queda de aquellos claros nombres y nobles
trabajos y propósitos. Hoy la iglesita acoge una institución que con su nombre
define un carácter elitista: Real Academia de Historia y Arte de San Quirce.
Rodeamos el edificio por sus ábsides y salimos a la calle homónima de la iglesia,
por la que torcemos a la derecha; al mismo lado tomamos la calle de Ramón
Cabrera Serrano y tenemos al frente el ábside de La Trinidad, giramos a la
derecha y encaramos de nuevo el convento de Santo Domingo y su torre de
Hércules, por el lado opuesto. Salimos a la deliciosa placita de La Trinidad,
presidida por el románico de su iglesia. Tomamos, a la izquierda, la calle del
mismo nombre que nos lleva a la plaza de Guevara; a la derecha sale la calle
del Dr. Laguna, que enfila el torreón de Arias Dávila. Seguimos a la derecha
por la calle Serafín que enseguida pasa a estar dedicada al cronista Lecea,
donde tenemos nuestra parada y fonda, en Casa José María, donde nos espera un
maravilloso Carraovejas con un escabeche de verdel. A la salida, reconfortados
cuerpo y alma, vemos a la derecha el callejón del Vainero, desde el que podemos
rememorar la torre de San Esteban viendo el gallo de su veleta.
Casa en la calle Escuderos |
Plaza Mayor |
Casa en la calle Escuderos
Lápida en la casa de la calle Escuderos |
Torre de San Esteban
Plaza de San Esteban
Calle María Zambrano
Ábside de La Trinidad Plaza de La Trinidad |
La Trinidad |
Torre de Hércules Torreón de Arias Dávila desde calle Dr. Laguna |
Esgrafiado en la calle Dr. Laguna |
Veleta de San Esteban desde el callejón del Vainero |